Feliz Día a Las Niñas de la Cuarta Ola Feminista

Portada de la reseña

Autora
Gilda María García Sotelo

Descripción

Soy la espuma que avanza y cubre de blanco el borde superior
de las rocas, soy también una muchacha, aquí, en esta habitación.
-Virginia Woolf-

Si el mentado Coronavirus no hubiese aparecido, mañana celebraríamos desde escuelas y familias, a nuestros niños y niñas. Dentro de nuestro aislamiento casi de ficción, las fechas se nos pasan de largo, pero en México, el 30 de abril suele festejarse el famoso Día del Niño.

La crisis originada por el Covid-19 que pone a prueba todo, también alcanza a las niñas. A las que fuimos y las que hoy, lo son. Ellas tienen más esperanza de acercarse a la igualdad. Las niñas de hoy, son las testigos directas de la cuarta ola del feminismo dinamitada por el #MeToo.

¿Por qué cuando contextualizamos el feminismo, nos referimos a “olas” y no a periodos, o a etapas? Así de simple, las olas han constituido impulsos revolucionarios de mujeres, de esas llamadas de todo, y también de algunos varones –hay que decirlo- que han despertado, se han concientizado y han luchado por alcanzar diversos sueños, revertir realidades, denunciar la opresión, la injusticia y transformar la realidad en derechos. Olas que cíclicamente han intentado ser silenciadas por la resistencia del patriarcado y el machismo. En la llamada primera ola del feminismo, arrancada desde el siglo XVIII extendida hasta mediados del siglo XIX, se luchó por el derecho a ser personas, a ser vistas, a ser ciudadanas, reconociendo que tenemos inteligencia y capacidad, luchando por el derecho a tener la misma educación que los varones. Cuestionando a ilustres filósofos como Rousseau, quien proclamó la educación de las mujeres sobre la base de “agradar a los hombres”.

La segunda ola del feminismo, orbitó por la lucha del voto de las mujeres aproximadamente entre inicios del siglo XIX y hasta después de la Segunda Guerra Mundial, dentro de la cual eminencias de la talla de Hegel, Schopehauer, Kierkegaard y Nietzsche, deliberaron desde diversas teorías misóginas, sus razones por las cuáles debíamos estar excluidas de la vida pública. Tales como las ideadas por Shopenhauer quien afirmaba sobre nosotras que éramos incapaces de reflexionar al ser cortas de miras, más parecidas a las vacas, a las perras o a las gallinas, que a los varones; teniendo que luchar por superar estas construcciones teóricas ideadas por tan célebres filósofos.

La tercera ola, detonada por la obra de Simone de Beauvoir y Friedman, en los años 60s, en la cual destaca que “lo personal, es político” y que buscó encontrar la raíz de la dominación, -entre otras en la a crítica al racismo- extendiéndose aproximadamente hasta los años 80s del siglo XX, comenzó a cuestionar la necesaria dualidad de los géneros.

Así se suceden los años y de no haber irrumpido esta pandemia en nuestras vidas, muchas Unidades de Igualdad de Género, e instancias encargadas de los derechos de las mujeres, estarían hoy preparándose para conmemorar los eventos por los 25 años de la famosa Conferencia Mundial de las Mujeres de Beijing, coincidiendo con el surgimiento de la llamada cuarta ola del feminismo en la que hoy nos encontramos subidas. Una lucha feminista, cotidiana, que no se silencia, ni con el Coronavirus. Que trasmuta su forma, pero no se extingue.

La realidad de la niñas de hoy, no es menos compleja que la de las mujeres a lo largo de la historia. Basta asomarse a las vidas de mujeres que nos precedieron como Olympe de Gouges que en 1791 se atrevió a escribir la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, incluyendo a las mujeres como seres humanos libres, quien fue guillotinada en 1793 durante la Revolución Francesa, como respuesta por sus “ideales de igualdad “.

En la actualidad, al menos desde el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, las mujeres desde la infancia, tenemos el derecho a la misma educación que los varones. Nos reconocemos como seres sexuales. Somos libres para poder expresarnos, indignarnos y manifestarnos. Afortunadamente hoy muchas niñas mexicanas no aspiran a ser “las Sofías” –dignas compañeras de Emilios-, lamentando herir la memoria del tan célebre filósofo. No educamos a nuestras hijas para “agradar” contra su propia esencia; ni a los niños de hoy se les enseña que deben ser obedecidos por “sus” mujeres. Desde luego las amenazas siguen ahí. Basta ver el alto número de adolescentes embarazadas, los desgarradores índices de feminicidios, los datos de pornografía infantil, la discriminación contra las niñas de la diversidad sexual… Sin duda el impacto de esta pandemia originada por el Covid-19 nos afecta desigual y en mayor grado a nosotras, pero eso no significa que vayamos a retroceder. Ni la fuerza conservadora del machismo, ni la pandemia más grave de los últimos tiempos, lograrán apagar la fuerza y la rebeldía de las niñas de esta cuarta ola.